domingo, 3 de mayo de 2009

Capitulo 11

Jolines jolines, a ver si me comentas u.u

CAPITULO EMBRAGUE (11)

- Atchús!

- Jesús...

Jared se sorbió por milésima vez la nariz. La previsión de Jensen había sido la correcta.

La parejita se había agarrado un resfriado de tres pares de narices.

Ambos chicos tenían la nariz totalmente roja e irritada ya que no se despegaban de los pañuelos de papel; tenían un dolor de cabeza constante y un malestar general.

Así que ahí estaban los nenes, uno espatarrado en el sofá tapado con dos mantas enormes, una de cuadros rojos y blancos y otra verde pistacho, se las regaló mamá Padalecki hacía varios años porque según ella, en esa casa hacía un frío de mil pingüinos. En una mano tenía un pañuelo que pocas veces se alejaba de su nariz y con la otra manaza sostenía una caja de kleenex para él solito.

Y el rubio estaba acurrucado en el sillón, con una rodillera de neopreno que le sujetaba la rodilla amoratada y una venda en la muñeca derecha apretada firmemente para que no se le volviera a abrir, y todo él envuelto en una manta. Ya era la segunda vez que tenía fiebre, joder, con lla facilidad que tenía para ponerse malo. Si incluso en una ocasión, cuando era niño, estuvo tres días en cama con fiebre, por haber visto una maratón de películas de Godzilla. Donna se cabreó con él de mala manera pero como al niño le subió la fiebre pues a cuidar de él.

Los dos chicos veían la televisión a un volumen audible solamente por perros.

Y hablando de perros. Durante todo ese tiempo, los pequeños de Jared habían congeniado genial con el rubio, jugaban con él, le lamían y se tumbaban encima de él. Eran super cariñosos. El novio de su amo era estupendo. Aunque claro, más de una vez se ganaron una regañina por molestarles en plena faena ya que Jay no había cerrado bien la puerta de la habitación. Pero, es que cuando se está excitado, la puerta te importa mas bien entre poco y nada.

Pero ahora, con el resfriado que se habían cogido no tenían muchas ganas de jugar y hacer travesuras con los juguetes y mucho menos jugar con los perros; por lo que Sherri se los había llevado a su casa con el resto de la familia Padalecki para que no les molestasen.

De paso que fue a casa de Jared, conoció por fin al famoso Jensen Ackles, no famoso por ser piloto de carreras, sino famoso porque Jared le había hablado hasta el infinito de él. Desde el mismo día que le conoció, llamaba a su madre todas las noches contándole cómo era su novio y lo feliz que era a su lado. Eran como las mejores amigas, todo el día colgados del teléfono. Pero Jensen tampoco se quedaba corto, él hacía lo mismo con su hermana Mac, ya que hablar de eso con su madre le daba una vergüenza espantosa. Bastante fue decirle que era gay.

Como dos “buenAs adolescentes” que eran, Jared y Jensen estaban viendo One Tree Hill. Jen no sabía por qué, pero el protagonista de la serie era clavadito a Chad, pero el amigo de Jay era gracioso y alegre y el de la serie era un seta. Prefería al Chad original, aunque fuera un payaso.

Comenzaron los anuncios que para Jared eran lo mejor de la tele, algunos eran más malos que la droga, pero otros se merecían un Pulitzer.

El rey del mando, es decir, el rubito, empezó a zappear de un canal a otro, hasta que se paró en el canal de las Noticias, y justo, una reportera estaba entrevistando a su “buen amigo” Eric Kripke.

El más bajo saltó del sillón, se aferró al mando y subió el volumen a la vez que se arrodillaba delante del televisor soltando una mueca de dolor al apoyar la rodilla, la cual tenía un moratón enorme.

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- ¿Novato? - Jen señaló la televisión con el dedo y miró a su novio - ¿qué coño sabe? Cuando él estaba de fiesta en la Universidad, yo ya estaba entrenando. ¿Y por qué cojones tiene que meter a mi hermana en esto? ¿POR QUË? - alzó la voz haciendo que tanto su cabeza como la del moreno retumbasen del dolor.

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Jensen cerró los puños y un brillo de ira apareció en sus ojos. Jared se estremeció, sabía de sobra que iba a estallar de un momento a otro y rezó porque no lo pagara con él, y mucho menos con la televisión.

El moreno quería apagar la tele o simplemente cambiar de canal, sabía lo mucho que le jodía a Jen todo esto y escuchar esas gilipolleces era lo último que necesitaba. Pero no pudo hacerlo ya que el rubio se aferraba tan fuertemente al mando a distancia que parecía que tenía una bomba de presión entre las manos y no podía soltarlo pasara lo que pasara.

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<> *flop*

El televisor se apagó de pronto.

- POR ENCIMA DE MI CADÁVER GILIPOLLAS

Un Jensen muy cabreado tiró el mando a distancia al sillón y se encerró en la habitación que ocupaba cuando estaba en casa de Jay, dando un portazo tan fuerte que un cuadro de la pared del salón cayó haciéndose añicos.

Jared pensó durante unos minutos qué hacer, tenía que entrar a consolarle o calmarle o lo que fuera, pero no quería convertirse en su muñeco de boxeo particular.

Al final, se armó de valor, se dirigió a la puerta de la habitación, golpeó suavemente la madera y entró despacio.

El rubio estaba golpeando la pared con los puños, tenía las mejillas llenas de lágrimas, no sabía si por la rabia, si porque le sangraban los nudillos o por qué, pero lo que sí sabía era que como siguiera así se iba a reventar la mano, o le iba a desconchar la pared. Dependiendo de cual de los dos fuera más resistente.

- Jen…Jen, para…por favor.

Pero el chico no se inmutaba, estaba muy concentrado en encontrar los cables de la luz que surcaban el interior de la pared a base de puñetazos. Jared le tocó tímidamente el hombro temiendo que le reventara la cara.

Pero el bajo no descargó su ira contra él, sino que dejó que las lágrimas le resbalaran velozmente por la cara mientras se apoyaba en la pared con su ensangrentado puño izquierdo.

- Tanto esfuerzo para…nada - sus palabras brotaron de sus labios en un leve susurro derrotado - …no sé que hacer.

El alto le miró fijamente, le agarró por lo hombros y le sentó en el borde de la cama, se sentó a su lado y dejó que su chico apoyase la cabeza en su hombro deshaciéndose en un mar de lágrimas. Jay se limitó a acariciarle el pelo y a tranquilizarle con unos “shh”; “tranquilo” y “todo se arreglará”.

Cuando éste dejó de llorar, fue a buscar agua oxigenada y unas gasas para limpiarle los nudillos. El pecoso se sorbió la nariz, si ya tenía bastantes mocos con el resfriado ahora era una fábrica de ellos. Jared volvió al poco y se puso de cuclillas frente a él mientras le rociaba los nudillos con el líquido transparente. De ellos comenzaron a emerger millones de burbujitas blanquecinas. Y el mayor no pudo evitar sollozar un poco ante el escozor. Igualito que un niño pequeño.

- Siento lo de la pared - Jared giró la cabeza y observó la pared salpicada de sangre.

- No pasa nada, ya lo limpiaremos - su voz sonó dulce y suave.

- ¿Por qué tiene que ser tan mala persona? Yo no le he hecho nada.

- No lo sé, supongo que porque la gente se lo consiente.

Jensen se quedó callado durante unos instantes, luego se incorporó rápidamente tirando al suelo las gasas que le había colocado el menor en los puños.

- Pues ya va siendo hora de que alguien le dé su merecido.

Cogió ropa del armario, sí, había llevado ropa a casa de su novio, y se puso a vestirse.

- ¿Qué...? ¿A dónde vas? ¿No pensarás salir a la calle? Estas enfermo

- Me da igual, voy a quedar con ese cretino para decirle unas cuantas cosas.

- Jen, no hagas el bobo, sabes que te puede y no quiero ir a buscar tu cadáver a algún callejón de mala muerte.

Jensen simuló una sonrisa despreocupada y miró cariñosamente al moreno. Era tan tierno cuando se preocupaba por él.

- No te preocupes, solo vamos a hablar - depositó un beso en el hombro del alto y este le devolvió uno en la frente. - No tardaré mucho.

El pecoso marchó de la casa, pero Jared tenía un mal presentimiento con todo eso así que le espió desde el telefonillo del portal de su bloque, que tenía pantallita para ver a los plastas que te meten publicidad por debajo de la puerta.

Esperó pegado al auricular y por fin vio salir a su novio con el móvil en la oreja.

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Jared tragó saliva, esa frase la había oído miles de veces en las películas y nunca acababan bien.

Dentro de una hora.

Tenía que pensar en algo, y rápido. Sacó su móvil del bolsillo de una cazadora y marcó un número.

- ¿Diga?

- Necesito tu ayuda…

TBC


1 comentario:

Handy dijo...

eeeee pa tirar jajajajja k casualidad k en la teel aciendo zaping salga el payasete
jajaj y lo de la llamda jajajaj parece k va a contratar a un asesino a sueldo xdxd
y los de los perros k se olvida de cerrar la puerta jajaj k mas dara si seguro k ellos tan aciendo el perrito a 4 patas ajajja
wen capi jaja a por el siguiente ya em keda menos